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“Tú me conoces y sabes que no soy hippie, ni nada del estilo”, me insistió mi amigo en la llamada.
Y tenía razón: jamás se me habría ocurrido llamarle hippie a mi amigo, un ingeniero que tiene además un MBA y lleva años construyendo una empresa que hoy genera cientos de millones de dólares de ventas al año. Tiene poco más de 40 años, hijos, y hasta donde lo conozco, ha llevado una vida bastante disciplinada.
Me había llamado para compartirme su experiencia consumiendo psilocibina dentro de una terapia y el impacto que esto estaba teniendo en su rol como founder. La psilocibina es el compuesto alucinógeno que existe en los hongos, y sí, sí es una realidad que cada vez se escucha más sobre ‘choco hongos’. Pero su consumo suele estar ligado a conciertos y eventos — o sea, en un setting más bien recreativo.
Lo que la llamada nos ‘descubrió’ es que en México está aumentando el uso de psicodélicos entre un cierto perfil de emprendedores, quienes promueven este tipo de sustancias no como un medio de diversión, sino como una herramienta que alegan que les ayuda a ser mejores personas y sobretodo, líderes más efectivos en su trabajo.
La psilocibina es el compuesto que existe en algunos hongos comestibles y que genera un efecto psicodélico. Los seres humanos han consumido este tipo de sustancias a lo largo de toda la historia y entre las comunidad indígenas de nuestro país siempre tuvieron una presencia como parte de rituales y ceremonias.
Desde la década de los 70s la psilocibina fue clasificada como una “sustancia psicotrópica del Grupo I”, lo que implicó su prohibición absoluta en México y en muchísimos países.
Como suele suceder, esto no impidió que este tipo de alucinógenos siguieran siendo utilizados por quienes querían experimentar sus legendarios efectos: sus fans siempre insistieron en que les ayudaban a ser más creativos, a ‘expandir su mente’, y a ‘conectar’ mejor con la naturaleza.
Hoy estamos viendo una evolución. Los hongos están dejando de ser un consumible que se encontraba prácticamente de forma exclusiva en entornos artísticos (sí, hippies), o entre quienes asistían a un rave, para convertirse también en una herramienta que sus promotores insisten es ideal para mejorar la salud mental. Poco a poco, los hongos psicodélicos y la psilocibina han ido popularizándose entre un nuevo segmento: los líderes empresariales.
“Elon Musk takes ketamine. Sergey Brin sometimes enjoys magic mushrooms. Executives at venture-capital firm Founders Fund, known for its investments in SpaceX and Facebook, have thrown parties that include psychedelics”, publicó el Wall Street Journal en junio.
No existen datos oficiales sobre cómo se consumen este tipo de sustancias en México — técnicamente sigue siendo una actividad ilegal. Sin embargo, lo que encontramos es que dentro de un segmento de la comunidad emprendedora, sí se están utilizando con el argumento de tener un impacto positivo en el desempeño ya no solo de los emprendedores, sino incluso de sus equipos.
En 2022, Oso Trava entrevistó a Javier Martínez Morodo en Cracks. Los dos son personas bien conocidas dentro del ecosistema emprendedor; Cracks es además uno de los podcasts más escuchados en México. En el episodio compartieron sus propias experiencias usando psicodélicos como una herramienta terapéutica.
“Es sin duda el podcast más escuchado en el que he estado”, asegura Javier en entrevista. “Me buscaron cientos de personas para preguntarme sobre esto”.
A partir de su propia experiencia, Javier está convencido sobre los beneficios de consumir este tipo de sustancias, pero siempre con “la intención correcta” y dentro de un contexto controlado. Similar a lo mencionado por otras personas entrevistadas para este artículo, habla de cómo le han ayudado a tener una mejor conexión con los demás, a tener mayor capacidad de enfoque y a conocerse mejor.
José Antonio Casas-Alatriste es parte de un pequeño grupo de personas que en los últimos años se han ido especializado en terapias basadas en el consumo de psicodélicos. Es cofundador de Reborn, un programa en el que los participantes se preparan a lo largo de cuatro semanas para luego tener una ‘macrosesión’ en la que tomarán psilocibina en una sesión guiada, seguida de otras semanas de seguimiento.
Economista de profesión, José se dedicó al segmento restaurantero por varios años. Por interés personal fue preparándose después en el mundo de la psicología humanista, y poco antes de cumplir 40 años, en 2019, tomó la decisión de dedicarse a tiempo completo a este tipo de terapias. Reborn es hoy un referente entre los emprendedores que quieren probar los hongos en un setting ordenado.
“Mi rol ha sido más de un intérprete, y no tanto el rol del sanador o del ‘chamán’. Soy un intérprete entre el mundo de los negocios”, señala José. “El trabajo previo sirve para entender dónde están psicoemocionalmente, cómo está su tema de ‘risk assessment’, cómo está su historia de vida, en qué momento están, cuál es su nudo en este momento, cuál es lo que tienen que venir a trabajar”.
Trabajan con grupos de entre 20 y 25 personas, por lo general con cuatro ‘generaciones’ al año. El 70% suelen ser hombres — con la mayoría rondando los 40-50 años — aunque también ha tenido grupos en donde las mujeres son mayoría. El programa más común tiene un precio de $1,500 dólares, pero hay también la posibilidad de contratar un acompañamiento uno a uno.
“Hacer psicodélicos es una exploración profunda, es una amplificación profunda a lo que está dentro de nuestra mente, de nuestras emociones, nuestra psique, que a veces no solamente la mente racional, sino que a veces incluso en el cuerpo, hasta en el ámbito emocional”.
En EUA están rápidamente avanzando las iniciativas para utilizar este tipo de sustancias en un contexto médico y particularmente como alternativa ante los retos de salud mental. Oregon y Colorado ya legalizaron el uso de psicodélicos dentro de terapias; muchas otras ciudades, como Minneapolis, han optado simplemente por oficialmente asumir una postura de ‘look the other way’.
“Fueling the informal use of psychedelics across the tech world is the formal, clinical work performed by doctors and researchers seeking new solutions for mental-health problems. Ketamine, which doctors have long used as an anesthetic, is sometimes prescribed to treat depression or post-traumatic stress disorder, often as pills or through infusions at clinics”, explicaba el citado artículo del WSJ.
De acuerdo con el NY Times, en 2022 el 8% de las personas de entre 19 y 30 años habrían reconocido consumir hongos. Entre los de 35 y 50 años, esta cifra es de 4%, pero está creciendo mucho más rápidamente: en 2017 no llegaba al 1%.
Como es de esperarse, esto ha despertado el interés de emprendedores e inversionistas. El mercado de psicodélicos en EUA se estima que vale casi $5 mil millones de dólares, y que para 2029 debiera estar acercándose a los $12 mil millones. Compass Pathways está investigando el uso comercial de la psilocibina y tiene entre sus inversionistas a Founders Fund; Atai Life Sciences está desarrollando tratamientos de salud mental usando psicodélicos y cuenta con el respaldo de Peter Thiel.
“The psychedelics industry is riding on hopes that classic hallucinogenic drugs, or molecules that tweak their properties, can be used to treat various mental health conditions. They’re putting these substances through clinical trials to test for safety and effectiveness on specific conditions”, publicó Bloomberg apenas en agosto.
En México, la senadora Alejandra Lagunes es una de las personas que ha venido proponiendo la legalización y regularización de este tipo de sustancias con una finalidad terapéutica. A mediados de noviembre presentó una iniciativa legislativa que propone reformas a la Ley General de Salud y al Código Penal. “Se puede evidenciar que la sustancia acompañada de un proceso de acompañamiento o integración es sumamente positiva para obtener buenos resultados pues en algunos pacientes ha demostrado que el uso incrementa la efectividad de los tratamientos psicoterapéuticos en varios padecimientos”, establece el documento.
José alega también que los psicodélicos representan una enorme oportunidad para México, en gran medida gracias a las ‘credenciales’ que tiene el país por la relación entre los hongos y las comunidades indígenas.
“La fortaleza de la infraestructura turística en México y por el posicionamiento que tiene con Estados Unidos, sería muy fácil desarrollar una industria ahora sí alrededor de esto, yo me imagino San Miguel de Allende, Los Cabos, o sea los destinos que aparte se prestan desde el punto de vista de conectar con naturaleza”, dice.
“Una vez que esto se empiece a aprobar por la FDA, va a haber un aumento exponencial de la demanda, pero seguramente también un encarecimiento brutal de este tipo de terapias. En México podríamos ser el nearshoring de los psicodélicos”.
Desde una perspectiva cultural y social, este tema está en un área gris. Una de las personas a quien entrevistamos nos pidió que no mencionáramos su nombre porque sus papás no reaccionaron bien cuando les contó que estaba tomando este tipo de terapia. Aún así, su family office está evaluando la posibilidad de invertir en algunas de las empresas de EUA que están desarrollando tratamientos.
“En mi grupo de los amigos del MBA yo fui el primero, pero ahorita ya somos unos siete u ocho los que ya lo probamos una, dos o tres veces en este formato de ‘macrodosis’ y con un enfoque mucho más profundo”, nos compartió. “Todos hemos encontrado como un ejercicio terapéutico súper profundo, una pausa para reordenar un poco prioridades e ideas, y órale sigo para adelante. En mi caso, por ejemplo, me ayuda a tener mucho menos ansiedad, o querer estar demostrando”.
El caso de Miguel Guillén es diferente. Miguel es socio en Grupo Metrópoli, un broker de seguros y fianzas que presume una cartera de más de 3 millones de asegurados en México.
Un intento de secuestro en 2021 lo dejó con estrés post traumático que, señaló, se le manifestaba en ataques de pánico. Después de estar en diversos tratamientos psicológicos, decidió probar uno de los tratamientos con psilocibina.
“La verdad sí he visto el resultado, pues empieza por cambiar tu propia experiencia de tu vida, tus relaciones, tu relación con lo realmente importante”, añade.
Miguel insiste que este tipo de tratamientos no solamente transformaron su relación con su familia, sino que también le ayudan a ser un mejor líder en la empresa. Esto lo llevó incluso a crear un newsletter en el que reflexiona sobre sus propias experiencias.
Rodrigo Heres, por otro lado, está incluso ofreciéndole al equipo directivo en Madison Mkt Collective, su agencia de marketing, la opción de participar en este tipo de tratamientos.
“Cuando empecé a curar mis temas personales, mi equipo directo empezó a ver los cambios. Abiertamente les comenté en qué proceso estaba. Les dije, yo hice esto, han visto los cambios radicales en mi vida. Ellos conviven conmigo más que mi familia. Además, fueron creo que los más beneficiados de mis cambios y lo puse en la mesa y tres de mis directores que ya estaban empezando a tener un ‘burnout’ entraron al proceso conmigo. Hicimos el mismo journey juntos. Nos fue muy bien a todos”, recordó Rodrigo.
El Dr. Carlos Arnaud es médico psiquiatra y profesor de posgrado de psiquiatría en el Tecnológico de Monterrey. En entrevista, comentó que desde hace unos 20 años han habido avances importantes sobre el uso de este tipo de sustancias gracias a estudios e investigaciones. Sin embargo, reitera, todavía falta información.
“La psilocibina puede generar efectos muy benéficos desde una cuestión de creatividad, de bienestar, de trascendencia en cierto tipo de poblaciones, en cierto tipo de personas, con cierto tipo de cognición y no riesgos. Pero si empezamos a recomendar el uso masivo de psilocibina a quien sea, con tal de lograr creatividad, vamos a entrar en un mundo de riesgos”, aclaró.
“La psilocibina es una sustancia que hace cambios severos en el sistema nervioso central, no siempre para bien. Hay pacientes que pueden experimentar cuadros de psicosis”.
Enfatizó que la postura de las academias médicas y de las asociaciones psiquiátricas de EUA y de Europa es que todavía no se puede recomendar su uso en poblaciones sanas. Por lo tanto, añadió, recomendar la psilocibina sería “una falta ética y una falta legal”.
El Dr Arnaud explicó que durante el fenómeno psicodélico hay experiencias de “desintegración de la psique” — esto es, que se desintegran los mecanismos de defensa y puede haber un contacto muy directo con el entorno y con la naturaleza, incluso con una experiencia de bienestar.
“Son experiencias que para algunas personas pueden ser muy trascendentes y pueden cambiar totalmente la vida. Yo he tenido pacientes que me lo han dicho de esa forma, pero también hay pacientes que pueden desarrollar procesos muy graves de psicosis”, dijo.
En México el Instituto Nacional de Psiquiatría comenzará el próximo año con un primer estudio de psilocibina en depresión oficial; él cree que en unos dos años empezarán con protocolos de investigación en Tec Salud. Señaló que actualmente ya usan ketamina en casos de depresión grave, y ha resultado muy efectiva para reducir el riesgo de suicidio.
“Lo que estoy seguro es que el mundo de los psicodélicos sí va a cambiar la forma en la que nosotros hacemos prescripciones en psiquiatría, pero para eso todavía falta tiempo de investigación. Yo me veo en tres, cuatro años recomendando psilocibina en pacientes con depresión grave, con ideación suicida, con estrés postraumático. Muy seguramente ya vamos a tener aprobaciones del FDA”.
Los hongos y otras sustancias psicodélicas siempre han encontrado promotores. Pero a diferencia de lo que vimos en las últimas décadas, hoy están saliéndose de las comunas hippies y los conciertos, para intentar ganarse un lugar en consultorios, centros de salud y dentro de los programas dirigidos a la comunidad empresarial.
“Esto siempre ha estado ahí, pero lo que está cambiando es el mensajero”, explica Javier. “En el círculo ‘startupero’ está ‘a full’. Por la edad, por el mindset, se ha vuelto más común en el ecosistema emprendedor como medio de introspección. Para conocerse más, generar más bonding entre equipos directivos”.
Es un tema complejo y con muchas implicaciones. De entrada, estamos hablando de sustancias consideradas ilegales y que fuera de ciertos círculos, son además socialmente no aceptables. Esto es algo que podría incomodar a consejos de administración y a los inversionistas de las empresas. Luego está la problemática de falta de información: hay muchas anécdotas y muchos promotores, pero hay todavía relativamente pocos resultados de investigaciones formales.
Esto último va cambiar — y rápidamente. Es probable que también cambie el tema jurídico, y seguramente después, el social (¿o antes?). En todo caso, el uso de los psicodélicos dentro de la comunidad empresarial en México es hoy una realidad.
“Routine drug use has moved from an after-hours activity squarely into corporate culture, leaving boards and business leaders to wrestle with their responsibilities for a workforce that frequently uses. At the vanguard are tech executives and employees who see psychedelics and similar substances, among them psilocybin, ketamine and LSD, as gateways to business breakthroughs”, señaló el WSJ.
Esto fue justo el mensaje que me compartió mi amigo en aquella llamada, pero en México.